
Hace pocos días visionando un partido de infantiles tuve la
suerte de encontrarme con un grupo de personas que estuvieron increpando a un
árbitro de 15 años durante la mayor parte del encuentro.
Digo suerte ya que me llevó a pensar sobre ello y a escribirlo aquí, además de comentarlo con mi círculo de amigos. No tuve otra opción que acercarme hacia dicho sector y comentarles que dejasen tranquilo al joven árbitro, que como sus hijos, quería hacerlo
lo mejor posible y que con ello no ayudaban a su formación.
Varias personas del sector asintieron mientras que otras continuaron con sus quejas ahora hacia mi, esta vez con mayor respeto y mejor tono que como lo llevaban haciendo con el árbitro. Gran parte del sector cambió su actitud hacia el árbitro, reconociendo su juventud y responsabilidad ante un encuentro en el que poco se jugaba.
Sin querer ampliar esta reflexión, me gustaría hacer un llamamiento a la
tranquilidad y a pensar en el ejemplo que queremos dar a los jóvenes jugadores y en la
formación que queremos ofrecer, bien como entrenadores, padres o aficionados.